Tenia yo un maestro un tanto machista en la universidad. Solía referirse a las computadoras en femenino, y atribuirles todas aquellas características que no le agradaban de las mujeres.
Una de su máximas preferidas era esta “Una computadora tiene menos palabra de honor que una mujer”, refiriéndose al hecho de que una computadora es capaz de fallar en cualquier momento. Pero bueno, no es el chiste de este blog hablar de machismo o feminismo informático.
Esta semana, se fue al carajo la computadora de una de las dueñas de este burdel donde trabajo. Debo aclarar, que es una persona bastante desconfiada, y por ende, darle algún mantenimiento su pc es casi misión imposible. Solo la comparte con otra persona, cuyos nulos conocimientos acerca de la computación la vuelven bastante peligrosa.
Y sucedió. Un día, la segunda persona (aún no sé como lo hizo, a ciencia cierta) BORRÓ CADA UNO DE LOS ARCHIVOS DE LA COMPUTADORA. Incluso aquellos parte del sistema que era parte del perfil del usuario que compartían.
Obvio, se me encomendó la tarea de recuperar toda aquella información. Lo cual hice con cierta rapidez, habituado a realizar este tipo de tareas.
Pero lo divertido del asunto en que, de casi 1 GB de información recuperada, no apareció el archivo mas importante.
Nos cansamos de buscarlo. Bueno, más bien me cansé. Cuando a mi se me acabaron las opciones, se me pidió “hiciera una lista de las utilidades que había usado”.
Cuando pregunte para qué, respondieron “Vamos a llevar la computadora con un ingeniero especializado en recuperación de información, que ha rescatado hasta discos quemados”.
Debo decir que hasta me emocioné. Conocer especialistas de ese nivel, no es cosa de todos los días. El Soporte técnico de una empresa es como los paramédicos y los médicos de urgencias: estamos para estabilizar y si se puede, curar al paciente. Sino, debemos mantenerlo vivo lo suficiente para que lo pueda atender un especialista.
Lo que ya no me agrado fue el tono del comentario que siguió: “Es que como tu no pudiste tenemos que llevarlo con alguien que sí pueda. Aunque nos cobre”
De ahí desprendí dos conclusiones que seguro estaban pasando por la mente de mi jefa:
- En ese momento se me consideraba un incompetente.
- También, que era un desperdicio lo que me pagaban.
Bueno ¿Quieren que les haga una lobotomía con una cuchara, en vez de que la haga un neurocirujano con bisturí? ¡Por mi encantado!!
Ok, después del desconcierto inicial, me tome dos valemadrines y me senté a seguir trabajando. Al fin y al cabo, yo hice todo lo que estaba en mis manos, para recuperar lo que se necesitaba. Estaba orgulloso de mi trabajo.
Me senté a esperar, que las herramientas y la experiencia de este especialista, nos sacaran . . . bueno, los sacaran del apuro.
Pero fue eso lo que precisamente el especialista no pudo hacer. Dictaminó que los archivos estaban escondidos en una “misteriosa unidad externa con letra G” que no aparecía en la maquina, tan seguro de eso que apostaba su nombre.
Cuando llegaron exigiéndome que mostrara la mentada unidad G, me levanté de mi lugar, fui a su escritorio y conecté su memoria usb (misma que yo ya había revisado y no tenia nada) a la computadora.
Mira, dice unidad extraíble G:
Al día de hoy, lleva una semana vuelta loca rearmando el archivo que perdió. ¿Yo? Escribiendo este blog X-D. ¿El Especialista? Buscándose un nombre nuevo supongo. Le sugiero Fulano de Tal; ese no le dolerá perderlo próxima vez que apueste tan a lo idiota.
¿Ahora entenderá cuando le digo que me permita respaldar su información, y me deje hacerlo?
No creo X-D. Pero la esperanza nunca muere.
